14/1/2016
Carretera del Práctico, Trebujena



Semejante a una rara especie de animal acuático antediluviano, un barco angulero descansa sobre las anchurosas aguas del río Guadalquivir, aquí tan quietas, ya cerca de su desembocadura, que semejan el mismo cielo con el que parecen confundirse en este paisaje incierto, de infinitos horizontes. Esta imagen asoma cuando la carretera acerca su trazado al río, y juncos y tamarices se entreabren. Es un camino solitario, y más en este día neblinoso. Casi no se oye nada, solo gaviotas, garzas, avocetas. No sé adónde me lleva, quizás a La isla mínima, que está ahí delante, a pocos kilómetros. Falta poco para que caiga la noche; a lo lejos, un todoterreno se acerca.

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