18/9/2018
Museo Guggenheim, Bilbao




Leo en la web del Museo que el pintor alemán Anselm Kiefer, nacido unos meses antes de que en Europa se librara la última batalla de la Segunda Guerra Mundial, comenzó hacia 1995 a reincorporar la figura humana a su obra y en varias pinturas de esa época se le ve tumbado en el suelo como si fuera un cadáver. En Las célebres órdenes de la noche (Die berühmten Orden der Nacht, 1997), frente a la que permanecimos sobrecogidos largos minutos, se autorretrata solitario y yacente sobre un suelo reseco y resquebrajado bajo un inmenso manto de estrellas. A Kiefer le fascinan el firmamento nocturno y las diferentes interpretaciones que ha tenido a lo largo de la historia, especialmente aquellas que lo describen como un reino divino y misterioso que nos recuerda nuestros orígenes y nuestro destino. 

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