11/3/2011
Ibiza
Al fin, Ulises despierta en una playa
de Ítaca, de la que está ausente desde hace veinte años: “Todo le parecía
distinto al soberano, los largos caminos, los puertos de cómodo anclaje, las
elevadas rocas y los verdeantes árboles”. Disfrazado de mendigo harapiento, llega
a palacio, y su perro Argos, tumbado entre el estiércol, lleno de pulgas, lo
reconoce, pero la vejez y los malos cuidados le impiden levantarse, provocando
las lágrimas de Ulises. Argos, vencido por la desgracia, muere, pensamos que
felizmente, tras volver a ver a su amo. El tribuno romano creado por Borges en
“El inmortal” llamará Argos al propio Homero, convertido en un salvaje
troglodita de vida eterna, que lo sigue como un perro fiel. “Yo he sido Homero;
en breve, seré Nadie, como Ulises; en breve, seré todos, estaré muerto”.
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