27/4/2018
Roma
En Repubblica hemos bajado del
metro y caminamos hacia las basílicas de Santa Pudenziana, Santa Maria
Maggiore, Santa Prassede y San Pietro in Vincoli –cuántas iglesias hemos visto
ya, pero quién puede evitarlo en la caput
mundi, la sede apostólica, y quién puede evitar contemplar de nuevo a
Moisés contenido en su cólera tal como lo imaginó Miguel Ángel–. En la estrecha
acera de Via Torino casi tropiezo con este hombre sentado en una mesa de una
Enoteca mirando hacia el final de la calle. Ahora, en la foto rápida que tomé
al pasar, me parece ver al anciano del poema de Cavafis, también sentado en un
café, pensando en lo poco que disfrutó sus años de juventud, en los impulsos
contenidos por la prudencia y la cordura… hasta que finalmente cae dormido
sobre la mesa.
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