3/4/2019
Gibraltar
Resulta un lugar extraño, a caballo entre dos continentes, la
pequeña ciudad apretujada contra el enorme peñasco donde conviven culturas y lenguas
distintas. En su lado oriental, cerca de Catalan Bay, antiguo poblado de
pescadores y hoy refugio turístico playero donde viven gentes de origen genovés
y se escucha el italiano, esta silla vacía sobre una roca de la Mamela, llamada
así porque recuerda un pecho femenino, parece esperar a Molly Bloom, a quien James
Joyce hizo nacer en Gibraltar, hija ilegítima de un militar inglés y de la
española Lunita Laredo, en este lugar tan presente en sus ensoñaciones y
recuerdos:
“I put my arms around
him yes and drew him down to me so he could feel my breasts all perfume yes and
his heart was going like mad and yes I said yes I will Yes”.
La foto es acojonante, vibrante. Y el texto, más que ayudar a completar el puzzle, inquieta, con tanta coincidencia. ¡Ay, las mezclas de culturas! ¿Qué pensará un tal Abascal sobre todo esto?
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