7/5/2019
Lisboa
Yo
no tendría más de siete u ocho años y mis recuerdos son vagos: una procesión
nocturna con velas, una multitud borrosa con las caras débilmente iluminadas
por las llamitas, una faraónica construcción casi abrazando una enorme
explanada, una pequeña capilla rodeada de gente arrodillada. La noche
siguiente, o quizás la anterior, estaba en cama con mucha fiebre, en el albergue
en el que nos alojábamos mi padre y yo. En mi casa, desde entonces, hubo una
pequeña imagen con una capa celeste que cambiaba de color según la humedad
atmosférica, al menos, los primeros tiempos, llegó un momento en el que este
prodigio ya no ocurría y la capa se había vuelto de un gris anodino. Tantos
años después, ahí siguen, impertérritas, en este día gris y lluvioso, y no
parece que hayan cambiado mucho.
Hay cosas que nunca cambian. Parece que las Vírgenes, aparte de virtuosas, son climatológas y videntes. Un nostálgico recuerdo y buena publicación. 😍😍
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