8/11/2016
Cádiz
Los
Angeles, 2019. Una ciudad sin límites, envuelta en una oscuridad opalina
atravesada por rayos y nubes ardientes de ignotas explosiones, anuncios en enormes
pantallas luminosas, coches voladores que abren estelas de luz en la niebla
enferma, edificios y torres gigantescas y, muy por encima de todo ello, la mole
piramidal de la Tyrell Corporation. En el fondo del inmenso vaso, bajo una
sucesión de letreros en japonés, multitudes anónimas se mueven bajo la lluvia
eterna como hormigas atareadas, cubiertas con extraños gorros de aspecto
asiático y paraguas de neón. Entre ellos, el Blade Runner Rick Deckard se abre paso para tomar unos noodles en
un puesto callejero. Acabaremos sospechando que él mismo, la bella Rachael y
todos los demás, son –somos– robots o, mejor dicho, replicantes. (Cádiz, 2019)
La historia de los replicantes, ubicada en un Los Ángeles cyberpunk inundado de contaminación, es una idea magistral. Inolvidable la imagen de Ford comiendo ramen en el puesto de comida.
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