3/10/2019
Gante
Nunca se sabrá cómo hay que contar esto, en qué persona, de
manera coloquial o inventando formas de lenguaje; mejor irse al Lava y pedir
una Hoegaarden al camarero que se parece tanto a Orlando Bloom mientras la
historia se escribe sola, es una simple historia, en verdad: paseo por el
parque, el sol tímido de octubre y la cámara –una Fuji X-Pro2, no una Contax 1.1.2–
colgada del cuello esperando algo, que las luces y las sombras se alíen con las
formas y los colores, y el misterio, una pareja joven entre los árboles; ella,
la que parece ella, demasiado menuda,
demasiado vigilante, con sus gafas de sol pasadas de moda y su melena corta. En
realidad, no puedo contarlo, porque no soy escritor ni cineasta, solo un
fotógrafo viajero vagando por una ciudad extraña una bella mañana de otoño.
Comentarios
Publicar un comentario